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Si hablamos de correr, enseguida pensamos en piernas, zapatillas, carreras, calcetines… y en general multitud de conceptos relacionados con el tren inferior del cuerpo —al fin y al cabo, es una parte fundamental en el 'running'—. Sin embargo, el tren superior, en concreto los brazos, también juega un papel de vital importancia a la hora de desarrollar esta práctica deportiva.
Cuando corremos, lo hacemos con todo el cuerpo. Hay 'runners' que por naturaleza tienen una mayor facilidad para practicar este deporte, sus movimientos son más naturales y facilitan la marcha; mientras que otros tienen una técnica menos depurada y con margen de mejora. Es fácil pensar que, para correr más distancia y a más velocidad, tenemos que entrenar más y más duro, pero quizá poniendo más interés en mejorar los 'pequeños' detalles se consigue llegar a ser un mejor 'runner'. Mejorar la técnica de braceo puede ser un muy buen comienzo.
Los brazos son muy importantes a la hora de correr, pues proporcionan equilibrio, impulsan y favorecen la dirección de la carrera. Además, si cuidamos su oscilación y movimiento, nos ayudarán a optimizar el consumo de energía. Por tanto, desde el punto de vista contrario, si el braceo es descontrolado, estaremos malgastando energía y obligando al resto de nuestro cuerpo a contrarrestar esos movimientos.
Consejos para mejorar la postura de los brazos
Si quieres mejorar el braceo al practicar 'running', hay una serie de consejos y pautas a seguir que puedes ir introduciendo poco a poco en tus entrenamientos para ir adaptando al cuerpo y mejorar la técnica de carrera. El primero de ellos es sencillo: el braceo debe estar sincronizado con las zancadas, pero de forma contraria. Es decir, si avanzamos la pierna derecha, le acompañará hacia delante el brazo izquierdo, y a la inversa.
Los codos deben estar en el justo ángulo: ni pegados al cuerpo, ni demasiado separados. Hay que mantener los codos cercanos al cuerpo, pero sin pasarse para que el movimiento no sea demasiado forzado. Además, seguramente estemos en una postura tensa e incómoda. Tampoco hay que llevarlos muy separados, porque entonces el balanceo será excesivo y repercutirá en el equilibrio. Mantén una postura relajada para ahorrar energía
El ángulo del brazo debe estar en torno a los 90 grados, pero sin obsesionarse con mantener esta postura férreamente. No hay que ir con un medidor de ángulos ni nada por el estilo: simplemente, basta con no pasarse al extender en la fase de bajada, ni cerrar demasiado en la subida.
Esto suele cambiar dependiendo de si se habla de corredores de fondo o de velocistas. Por norma general, en los corredores de fondo la mano subirá más o menos hasta el pecho, y bajará hasta la zona de la cadera. Sin embargo, si hablamos de velocistas, entramos en un trabajo más explosivo y ahí la mano suele subir prácticamente hasta la mandíbula y, al bajar, se retrasa mucho más —el ángulo del codo es mayor—.
El mantenimiento de los hombros relajados es fundamental. El movimiento de los brazos te hace mejor corredor, pero hay que tratar de incorporar estos consejos a los entrenamientos de forma natural, sin estar tensos. Los hombros deben estar sueltos y relajados, rotar suavemente y sin encogerse pues, de lo contrario, estaremos gastando energía en un esfuerzo que no nos aporta nada.
Por supuesto, nada de puños: las manos también deben estar relajadas. No hay que ir corriendo con los puños cerrados y en tensión, pues no resulta nada óptimo. Cuidado, porque tampoco es recomendable llevar las manos completamente sueltas, sino en un punto intermedio en el que se mantengan estables. Imaginar que llevas un huevo en la mano podrá ayudarte a establecer la tensión correcta.
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